Vas en un auto. Tu crush está al lado tuyo. Una radio random suena. En un momento una canción que reza "abrázame, corazón" se escucha. Vos te quedás mirando por la ventanilla y pensando "¡Cómo quisiera eso!". El semáforo se pone verde. Arrancan.
Ella tiene sueño, bosteza. Otro semáforo. Otra canción. Ella dice que es más conocida, pero remixada. Vos no llegás a captarla. Algunas risas. Cuadras y charlas.
Fin de camino. Después de un par de palabras, algunas risas, algunas "inocentes peleas", llegó el momento de saludarla. Te acercás. Y sólo podés pensar en "te comería la boca". Pero el beso va a su mejilla. Un poco incómodo, como siempre ha sido con ella.
Abrís la puerta y te bajás. Porque, claro, ella es la que tiene auto. Vos sos un sapo en el camino.
La saludás. Le decís "gracias, pero me seguís debiendo el viaje a Mendoza". Ella contesta reclamando los masajes, tus masajes. Llegan a un acuerdo entre risas. Saludás, cerrás la puerta y entrás.
Y te sentís un sapo.