Me sentaría a pensar, investigar, diseñar o escribir la tesina de grado. Ese trabajo de, relativamente, pocas páginas que se necesita para obtener el título de grado que hace años persigo. Me sentaría sin quejarme, estaría nervioso pero con placer. No como el 99% de los alumnos de la carrera, que reniega y se quejan por hacer hacer una tesina, muchos cayendo en la repetición de temas para tener mucho procesado ya. Yo quisiera un tema original, que me pida trabajarlo.
Me sentaría... en condicional.
Si tan solo no tuviera antes que sentarme a estudiar para el examen más difícil de la carrera. Así lo siento. Si tan solo fuera el único examen por rendir. Pero sí es el único al que temo, más después de intentarlo una vez, más conociendo a los "profesores" (entre comillas porque no son verdaderos docentes -ni decentes personas-). Más sabiéndome en un oral.
Pero no puedo. No siento que pueda lograr superar este examen. No puedo ni sentarme a estudiar un par de horas. No puedo estudiar solo. No tengo ganas. No tengo fe. No...
Procrastino. Una y otra vez. Cada lunes. Cada semana.
Mientras, con un par de exámenes por rendir, una residencia por cumplir y una tesina por escribir, me siento acá, en mi habitación, aburrido, solo, a pensar en lo que soy y en lo que no soy, en si logré algo y en lo que no logré, en tantas cosas y otras más, sin saber a dónde voy, sin saber qué hacer con esto, sin saber, nada más.
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