Esta noche, al frío de las 20 hs., fui hasta la calida y centenaria Parroquia Santa Ana, para escuchar a una amiga (y compañera de la facu) tocar el violín.
Como dice el título, era un coro de doce/trece personas, acompañadas por un par de violines, un violoncelo, un flauta, y dirigidos todos por mi profesor de Patología III, Milano (CHAN!) (menos mal que este profesor es un aparato bárbaro y lo bancamos a muerte... jaja).
Estuvo lindo. Está bueno hacer algo que pocas veces se hace. Es tan relajante escuchar ese tipo de música, y la acústica era tan hermosa ^.^
A pesar que mi amiga nunca quiere que la vayamos a ver tocar, y que el viernes me dijo por chat que no vaya a lo que yo contesté que de mí no se iba a librar, estuve ahí, en esa Iglesia que ya guarda recuerdos familiares. Ahora ya sé que toca rebien. Definitivamente (y por suerte para ella) todo lo que hace lo hace bien =D.
Y me encantó ver lo apasionado que se pone Milano al dirigir, parece que fuese poseído por un ser musical.
"El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos." Oscar Wilde
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