miércoles, 28 de octubre de 2015

domingo, 20 de septiembre de 2015

Desaparecido Desahogo

Me dicen desaparecido
Me lo dicen porque hace tiempo que no saben de mí. Me lo dicen porque me dejaron una llamada perdida al celular (pero no era para saber de mí).
Me dicen desaparecido, cuando yo siempre estoy en el mismo lugar, en las mismas condiciones socio-geográficas (aunque no tanto las anímicas), igual de conectado.
Ellos son los que cambian, mudan, transforman, dejan. Yo siempre igual. Nada.
Me lo dicen porque no les escribo. Curiosamente ellos tampoco lo hacen. 
Me dicen desaparecido porque no saben nada de mí; curiosamente yo tampoco sé de ellos. Pero entre ellos se saben. Que se casa, que volcó en la ruta, que viajan, que hacen, que hablan, que ríen. 
Entonces, yo soy el "desaparecido".
A pesar de que sigo siendo el mismo. Sólo que ahora no me ven todo los días en la facultad y muchos menos me necesitan (que al fin y al cabo es el único momento en que se acuerdan que existo).

Cada vez entiendo menos a las personas.

jueves, 6 de agosto de 2015

El día que me volví Anfibio

La Comunidad Anfibia es una, digamos, red social blogeril de crónicas, creada por la Revista Anfibia (UNSAM) en respuesta a la penetración que logró en su tiempo de publicación. Anfibia siempre invitó a los lectores a participar, organiza talleres periodísticos, lleva adelante concursos. Hace unos meses la editorial de la UNSAM publicó el primer libro de Anfibia recopilando las mejores crónicas de la revista.
Pero fue por marzo o abril, más o menos, cuando Anfibia dio el gran paso hacia sus lectores escritores y creó la Comunidad Anfibia. En este espacio no sólo se puede leer, sino que  uno puede participar y vivir la experiencia de publicar.
Algo así fue lo que pasó.
Escribís un artículo. Lo releés. Cerrás el programa. Al día siguiente lo releés y corregís. A la noche te decidís y lo cargás a la plataforma. Por la tarde un mail te espera en tu casilla. Tomás, del equipo de Anfibia, te dice que está muy bueno y "se va a publicas hoy". ¡Sí, dice HOY! Te pedía alguna foto, pero no tenés. Entrás a Facebook y lo ves ahí, en el inicio, tu artículo. Le contestás a Tomás. Entrás a la Comunidad. Te quedás contento. Se lo mandás a dos amigas, Chule y Ro. Pero en tu casa nadie se entera.
Cuando la Comunidad abrió enseguida creé una cuenta y empecé a participar. Por junio mandé un texto que necesita algunas correcciones, pero desde el equipo aceptaron publicarlo, con fotos propias. Pero fue el 5 de agosto cuando oficialmente me convertí en un Anfibio publicado. El domingo pasado anoté en el cuaderno una idea y el lunes la redacté. El martes a la noche cargué el artículo y el miércoles estaba publicado. 
Los invito a leer "Exposiciones Raciales", por mí, para la Comunidad Anfibia, y a participar de la comunidad, por supuesto.

viernes, 17 de julio de 2015

martes, 23 de junio de 2015

De Clapton a La Vela

Abro Spotify. Pienso en darle una oportunidad al descubrir. Voy viendo las recomendaciones. Bajo. Bacilos. A saber el porqué aparecen allí entre recomendados para mí. Busco esa canción de Bacilos que me acuerdo. La escucho. La guardo.
Vuelvo al descubrir. Sigo bajando. Recomendados según artistas escuchados. Aparecen algunos conocidos.
De pronto, en recomendados por escuchar Pink Floyd, aparece Eric. Clapton Unplugged. E inmediatamente me remonto a las tardes de estudio.
Casa de Santiago. Cuartito de arriba. Él, Julieta y yo. Tantas materias. Miles de hojas. Millones de palabras. Centenares de horas entre estudio y risas. Y música. Eric Clapton fue una de las bandas sonoras recurrentes de esas tardes.
Pongo a reproducir el disco.
Lo dejo toda la tarde.
Repite.
Unas horas de Clapton.
Vuelvo al descubrir. Sigo bajando y encuentro otro recuerdo.
La Vela Puerca. Entro al perfil de artista. Busco el disco.
Comienza a reproducirse El Impulso y recuerdo.
Agustín. Mañanas y tardes. Horas de idas y vueltas. En el Ka negro. Con ese disco como música.
Lo dejo sonar.
De pronto, me encuentro extrañando.

viernes, 29 de mayo de 2015

En el auto

Vas en un auto. Tu crush está al lado tuyo. Una radio random suena. En un momento una canción que reza "abrázame, corazón" se escucha. Vos te quedás mirando por la ventanilla y pensando "¡Cómo quisiera eso!". El semáforo se pone verde. Arrancan. 
Ella tiene sueño, bosteza. Otro semáforo. Otra canción. Ella dice que es más conocida, pero remixada. Vos no llegás a captarla. Algunas risas. Cuadras y charlas.

Fin de camino. Después de un par de palabras, algunas risas, algunas "inocentes peleas", llegó el momento de saludarla. Te acercás. Y sólo podés pensar en "te comería la boca". Pero el beso va a su mejilla. Un poco incómodo, como siempre ha sido con ella.
Abrís la puerta y te bajás. Porque, claro, ella es la que tiene auto. Vos sos un sapo en el camino.
La saludás. Le decís "gracias, pero me seguís debiendo el viaje a Mendoza". Ella contesta reclamando los masajes, tus masajes. Llegan a un acuerdo entre risas. Saludás, cerrás la puerta y entrás.

Y te sentís un sapo.

miércoles, 27 de mayo de 2015

De tesina, exámenes y procrastinación

Me sentaría a pensar, investigar, diseñar o escribir la tesina de grado. Ese trabajo de, relativamente, pocas páginas que se necesita para obtener el título de grado que hace años persigo. Me sentaría sin quejarme, estaría nervioso pero con placer. No como el 99% de los alumnos de la carrera, que reniega y se quejan por hacer hacer una tesina, muchos cayendo en la repetición de temas para tener mucho procesado ya. Yo quisiera un tema original, que me pida trabajarlo.
Me sentaría... en condicional.
Si tan solo no tuviera antes que sentarme a estudiar para el examen más difícil de la carrera. Así lo siento. Si tan solo fuera el único examen por rendir. Pero sí es el único al que temo, más después de intentarlo una vez, más conociendo a los "profesores" (entre comillas porque no son verdaderos docentes -ni decentes personas-). Más sabiéndome en un oral.
Pero no puedo. No siento que pueda lograr superar este examen. No puedo ni sentarme a estudiar un par de horas. No puedo estudiar solo. No tengo ganas. No tengo fe. No... 
Procrastino. Una y otra vez. Cada lunes. Cada semana.

Mientras, con un par de exámenes por rendir, una residencia por cumplir y una tesina por escribir, me siento acá, en mi habitación, aburrido, solo, a pensar en lo que soy y en lo que no soy, en si logré algo y en lo que no logré, en tantas cosas y otras más, sin saber a dónde voy, sin saber qué hacer con esto, sin saber, nada más.

lunes, 25 de mayo de 2015

Game Over

 
Me lo enseñaron mis sobrinos.
Adoro los secretos de Google.
(Bueno, no los secretos de la empresa en sí, sino las cositas ocultas en sus servicios)

sábado, 9 de mayo de 2015

De Sombras

Pocos saben de Sombras. Pocos lo conocen. Ya lo he dicho alguna vez. Sólo unos pocos han sido enterados de aquellas letras de tinta. Pocos han sido enterados de aquella selección.
Sombras, un cuento corto, nació en una cuadra oscura con un gran terreno cubierto de frondosos algarrobos. Las escribí de noche. Una noche que estaba más iluminada que de costumbre.
Una editorial con una convocatoria de cuentos. Eso llevó a varias noches de charlas. Decisiones tomadas. Las Sombras fueron las elegidas.
En el 2012 con Roosie habíamos decidido jugar con el destino. Decidimos anotarnos en algún concurso literario. Una noche comenzamos a hablar sobre la convocatoria de Editorial Dunken. Noches llevaron las revisiones y comentarios sobre los textos a mandar. Hasta que una noche mandamos, en simultáneo, yo desde Tandil, ella desde Gran Bs.As..
Los meses pasaron y el estado de los cuentos no avanzó. Con el tiempo dedujimos que ya habían sido descartados. Con el tiempo, nos olvidamos.
Pero un día, recibí un mail.
La Editorial Dunken me comunicaba que el cuento había sido seleccionado para estar en una antología. Debía dar mi consentimiento. Lo dí, no perdía nada. Un tiempo después recibí un borrador del libro, en el cual debía revisar si mi cuento estaba correctamente escrito. Lo leí, se lo hice leer a Roosie. Lo aprobamos.
En noviembre de 2013 se publicó Laberintos. En marzo 2014 recibí mi copia.
Ahora, un cuento mío pulula en las ferias del libro (Roosie compró una copia hace unos días en la Feria del Libro de BsAs), en librerías, en estanterías.
Otros tienen mis letras en sus estanterías. Mis Sombras.

Pero muy pocos lo saben.

jueves, 7 de mayo de 2015

Había

¿A dónde fueron a parar las esperanzas?
No se hallan ya en mi mente.
¿A dónde pertenezco?
Otra pregunta que retumba en mi cabeza.
No pertenezco acá... tampoco allá.
Saberme sentado aquí,
sentirme que no debo,
no sentir que pertenezco.
Saberme cerca,
queriendo estar lejos.

No poder huir.
Sentirse retenido en un acá
que no es propio.

Blackout. Muse

sábado, 7 de febrero de 2015

Ese perfume

Verano.
Mascotas ajenas.
Amigos.
Viajeros.
Llaves.
Alarmas.
Hospitales.
Vuelos.
Regalo.
Visita.
Campera.
Ese perfume.
Su aroma.
Crush.
Caminata.
Saludos.

Vuelta a casa.
Soledad.

miércoles, 21 de enero de 2015

Bocanada de aire

(Dramatismo mode ON) Casi que no escribo nunca más... que no cuento más el cuento... (Ok, no)

La noche del sábado estaba en el patio, con uno de los pequeños a upa. Mi papá en la parrilla, el pequeño mayor dando vueltas, y mamá, dos hermanas y las pequeñas adentro de casa. 
Había estado comiendo galletitas con manteca (un detalle que en parte es importante). 
Estaba afuera, como dije, y una miga desgraciada se atravesó en mi garganta, y provocó que me ahogue. Pero no era que tenía algo en la garganta, sino que se me cerró... no podía respirar por más esfuerzo que hiciera. Sentía que no se me abría la glotis. No entraba ni salía aire. ¡NO PODÍA GRITAR!
Trataba de toser, para ver si se abría mi garganta... nada. 
Dejé al nene en el piso y fui acercándome hasta la puerta, mientras trataba de toser. Nada.
Veía a mi hermana en el comedor, a unos pocos pasos.
Me frené y empecé a aplaudir. ¡Fuerte!¡No podía respirar!¡Ni hablar o gritar! 
Mis hermanas me miraron y no entendieron al principio. Después vinieron corriendo al verme hacer señas. Una me palmeó fuerte un par de veces y luego me agarró y empezó a hacerme la maniobra de Heimlich (o algo similar a la maniobra, digamos). También sentí una palmada de mi papá.
Me desahogaron... Aire.

Fueron como unos 15 segundos... horribles segundos.
Como diría Burro, "¡¡Jue horrible!!¡¡Jue horrible!!"

viernes, 2 de enero de 2015

Esta tarde

Hoy me subí al colectivo. 
Pagué mi boleto.
Me senté.
En la fila de asientos solitarios.
Miré el número del boleto.

Calculé la diferencia al capicúa más cercano.
Saqué un libro y me puse a leer.
Nuevas viejas letras rusas, con acento a Gógol.
Cada tanto subía la mirada y calculaba mi ubicación.
Viaje largo, como nunca.
Marqué la página.
Con una tarjeta de Editorial Común.
Acercándose el destino, cerré el libro.
Calculé las cuadras.
Me bajé.
Me perdí.
Y me sentí muy Akakiy Akakievich.