viernes, 16 de febrero de 2018

De objetivos y yo

Hace años que no quiero pensar en objetivos, metas ni deseos. No hago planes ni organizo nada. Me quedo en el mismo lugar esperando que las cosas sucedan. Porque el nivel de error de mis planificaciones es insuperable. Cansado de no ser lo suficientemente capaz para no cumplir con algunos puntos en tiempo y forma.
Ahora, la coordinadora de cátedra, donde empecé a trabajar (todavía no es oficial, hasta no tener algún papel), nos pidió hacernos una lista de objetivos para este año.

(Dificultad de hacer una lista de objetivos)²

Pero, a pesar de mi reticencia a dichas listas —luego de varios fracasos consumados—, me siento a hacer el bendito en listado de cosas por cumplir este año. La primera es obvia, porque en unas semanas se cumple. Trato de continuar, y sólo voy 6 puntos.
Lo deprimente del asunto es que todos esos 6 puntos involucran lo académico-profesional. Ni un objetivo que hable de ganas de hacer o lograr algo. Ni uno bien personal.
¿Qué voy a hacer?¿Qué quiero hacer?
Realmente, no hay nada que sienta que pueda lograr en ese ámbito. Así que, queda nuevamente relegado. Una y otra vez. Y otra vez. Y...