Que dulce sensación la de destruir algo, ver como se quiebra en miles de pedazos y vuelve casi a ser el polvo de estrella que da origen a todo lo que conocemos.
Hoy lo probé. Tome una masa y tiré abajo la que era cucha de los perros. Si que se sienta bien romper de vez en cuando.
Pero, destruir es delicioso cuando son cosas sencillamente materiales, cosas que están hoy y mañana ya no existirán o formaran parte de otras. Sin embargo, algo más complicado sucede si lo que se rompe es algo intangible... esos sentimientos, esa alianza, esa amistad, esa confianza.
Se pasan feos tiempos cuando la vida provoca que haya una disrupción entre las relaciones personales, ya sea amistades, familiares o amorosas. En todos los casos se sufre, aunque algunos no quieran aceptarlos, siempre afecta a las personas.
Aún recuerdo esos meses en los que no me hablé con mi amigo, en ese entonces mi mejor amigo. Por una pavada terminé destruyendo una amistad que iba muy bien. Todos alrededor nuestro, en la escuela y casa, trataron durante mucho tiempo de volver a unirnos. Pero por nueve meses nada dió resultados.
Ahora somos muy buenos amigos, aunque muy distintos en algunas cosas, somos muy parecidos en todo el resto. Eso nos une, logrando que los casi 2 meses en los que vuelve de estudiar estemos mucho tiempo juntos, yendo a dar vueltas por las sierras contándonos lo que nos sucedió los meses que no nos vimos.
Por eso les digo, si destruyen, que sea algo material. Piensen dos, tres o más veces antes de destruir algo intangible como la Amistad y el Amor.
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